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Discriminación: La Verdadera Pandemia

Foto del escritor: El Cuerpo del DeseoEl Cuerpo del Deseo

Actualizado: 1 dic 2020

La solidaridad que nunca se pone de moda debe enfrentarse a un virus más insidioso: la mezcla de miedo y racismo



  • Por Maria Sol Cozzi

Desde el Cuerpo del Deseo quisimos mostrar una realidad que se vive día a día en el país y con los llamados “trabajadores esenciales”. Tuvimos la oportunidad de hablar con Estela Muñiz una trabajadora de maestranza que nos contó cómo es vivir en pandemia, salir a trabajar y lo peor sentirse discriminada en su ámbito laboral.


La discriminación se da en todos los ámbitos y el trabajo no es la excepción. El señalar al otro siempre estuvo a la orden del día pero al parecer se intensificó y expuso más en tiempos de pandemia. No solo se señala al posible contagiado o al que desgraciadamente ya lo está, también hay que sumarle la discriminación por vivir en barrios carenciados, vulnerables o de bajos recursos, son puestos por los medios de comunicación son un disparador fácil de noticias.


Los gobiernos, los ciudadanos, los medios de comunicación, las personas con influencia clave y también las comunidades tienen un papel importante que cumplir para prevenir y detener la estigmatización. Es necesario ser conscientes y considerados al momento de comunicarnos por las redes sociales y otras plataformas de comunicación, mostrando comportamientos de apoyo en torno a la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19).


La “infodemia” de desinformación y rumores se puede diseminar más rápido que el brote epidémico del nuevo coronavirus (COVID-19). Esto contribuye a efectos negativos, incluyendo la estigmatización y discriminación de personas provenientes de áreas afectadas por el brote epidémico. Se necesita solidaridad colectiva e información clara y practicable para apoyar a las comunidades y personas afectadas por este nuevo brote epidémico.


¿Qué pasa cuando te niegan la entrada al trabajo porque vivís en un barrio carenciado o vulnerable? Estela Muñiz vive en el barrio 31, los asentamientos en los barrios más pobres son algo común. Hace más de 60 años vive en el barrio es tercera generación y aclara que tiene casa propia, la entrada de rejas bajas, una especie de mini patio acogedor, mucho verde, es amante de los cactus, suponemos por la variedad que nos cuenta.


Su casa es chica pero cómoda, baño con agua de red, gas y luz, paga sus servicios a fin de mes como todos. Enumera los ambientes de su casa como si tendria que dar explicaciones a alguien, cocina, comedor, baño privado, aclara, no comparte con nadie, solo con su nieto que vive con ella porque su hija trabaja de noche, tiene aire acondicionado.


Se levantó como todos los días a las 6 de la mañana para prepararse e ir a trabajar, ella toma el tren mitre y se baja en la estación Villa Pueyrredón, vecino de Villa Urquiza, para ubicar el GPS. Salió de su casa, y mientras caminaba por los pasillos del barrio sintió que esa día iba a ser diferente, tomó el tren y a los 45 minutos de viaje habló con su nieto que se acababa de levantar.


Al llegar a la puerta de su trabajo en las oficinas administrativas de la empresa, que se dedica al sector de limpieza y mantenimiento no la dejaron entrar. Nadie supo decirle por qué no podía cumplir con sus tareas habituales, los recaudos son para todos los mismo, día por medio, mantener distancia, tomarse al fiebre antes de entrar etc.


Nunca le explicaron que paso nadie se atrevió a decirle el por que, ningún “JEFE” o responsable quiso decirlo: "no entras porque vivís en el barrio 31". La licenciaron por 2 meses, como si ella fuera un virus, perdió identidad, ya no era Estela, era la chica de limpieza que vive en la 31. Ella tiene el virus decían todos, ¿por qué? porque vive en la 31.


Estos hechos de discriminación vulneran, causan daño o perjuicio a alguien, la mirada acusatoria y cero empática de los demás. Tener que que explicar cada paso que da, en qué condiciones vive, la exposición por vivir en el barrio 31, hace que en algún punto discrimine a sus propios vecinos, ya que nos cuenta que el problema es en otra facción del barrio "lo que salió en las noticias", dice.


Lo que más la entristece, se le quiebra la voz, es que llegaron denuncias “anónimas” a RRHH, por que ella vive en la 31 y los puede contagiar., como si esos “compañeros” estarían exentos del virus.


Lo más triste es que en la empresa de Estela hubo contagiados de COVID -19 y no por ella, otro compañero que vive en un barrio denominado “normal” estaba contagiado.


El virus no discrimina clase social, pero nosotros sí.



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